miércoles, 12 de noviembre de 2014

BA-LON-CES-TO


Me enseñó a creer
más que nunca en mis amigos,
me enseñó a festejar
cuando cada vez que ganamos un partido...

El básquet me enseñó a ayudar
al amigo que se lesiona.
Me enseñó a valorar
cada tiro en una zona.
Me enseñó a tirarme
por esa pelota perdida.
Me enseñó a levantarme
tras esa lesión seguida...

El básquet me enseñó la sensación
de pasar el balón
y levantar la mirada.

Me enseñó a dedicar
aquel triple  la persona que quiero.
Me enseñó a encarar
y respetar mis instintos...

El básquet me dio amigos,
me regaló un mundo.
Me formó un camino,
me hizo valorar cada segundo (dentro y fuera de la cancha).


El básquet me enseñó a perder
y a tener revancha.
Me enseñó que todo se puede,
aunque queden 3 milésimas en cancha.

Me enseñó a cuidar
la pelota como a una amiga.
Me enseñó a confiar
y ver cómo la amistad y el coraje se combinan.
Me enseñó a saltar
más allá del tablero.
Me hizo pensar
y a luchar por lo que quiero...

El básquet me enseñó que en la cancha
nadie se suplanta, todos se complementan.
Me enseñó que vale el esfuerzo
y los presentes se ausentan...

El básquet me enseñó a dormir
en el banco por un tiro mal.
Y me dio las fuerzas para ganar sobre el final...
El básquet me enseñó a valorar
cada vez que entro.
Y a sufrir más que ellos
si en un partido me ausento.

Me enseñó a entregar
todo en un partido
con la mente helada
y el corazón encendido.

Me enseñó a sacrificarme
a darles confianza a los demás.
Me enseñó a agradecer
cada asistencia que me dan...

El básquet me enseñó la satisfacción
de sudar la camiseta.
A matarme en defensa
y soñar en una pirueta.
Me enseñó a quererlo
porque es parte de mí.

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